El guerrero waorani y su presencia en las filas del Ejército Ecuatoriano
Caminar 20 minutos a pie para salir desde Toñampari, en la provincia de Pastaza, lejos de la carretera, seis horas en canoa por el río Curaray, una hora en bus de Pitacocha al terminal terrestre Arajuno y de aquí dos horas más hasta llegar a la Shell. Son 83.34 km de selva, agua y tierra desde Toñampari a la Shell, cuna de los soldados nativos, este es el itinerario usual que Nenqui Alvarado, aspirante de la Escuela de Iwias Crnl. de E.M. Gonzalo Barragán, debe recorrer desde su hogar en el seno de la nacionalidad waorani del Ecuador hasta su hogar temporal al cual con paso firme y seguro avanza en pos de alcanzar su sueño de ser soldado ecuatoriano.
Él es uno de los 38 nativos de nuestra Amazonía que están cursando el primer año militar. El aspirante Nenqui Alvarado tiene 19 años de edad, pero desde niño tuvo el anhelo de representar a su nacionalidad dentro de las filas del Ejército Ecuatoriano.
Corría el mes de marzo de 2019 cuando Alvarado sintió el latido de su corazón que se agitaba al escuchar por una radio difusora la invitación para ingresar a la Eiwias; de inmediato entabló un dialogo muy profundo y significativo con su madre para pedir las bendiciones y el apoyo para ingresar a la escuela; este momento tan emotivo fue sin lugar a dudas el factor fundamental que afianzó su vocación militar y su fuente inagotable de motivación.
“Nenqui” como le dicen los más cercanos, tiene cuatro hermanos, creció con su madre que también es waorani, toda su familia se precia de pertenecer a este histórico pueblo de hábiles cazadores y guerreros, en un hábitat rodeado de ríos, de selva amazónica, hogar de papagayos, delfines rosados y otras especies protegidas.
Como toda génesis nuestro aspirante con viva emoción relata su inicio en la carrera militar: “Los primeros días fueron difíciles, pero me acostumbré rápidamente porque en la selva es más difícil sobrevivir y entre los cantos militares y los de mi nacionalidad voy construyendo mi nueva visión de vida”.
“Los waorani somos personas que nos gusta la cacería, pesca, la artesanía, la danza, el canto y el trabajo diario para cuidar a nuestra tierra”, comenta el aspirante Alvarado; con una sonrisa que ilumina este dialogó añade: “me siento orgulloso de mis antepasados de saber que antes hubo un waorani llamado Toñe que fue el primer profesor wao y fue el pionero en dominar el idioma kichwa y castellano, siendo su lengua primitiva waoterero”. Toda mi familia ha sido mi fortaleza, y junto a las enseñanzas de mis abuelos sobre el respeto a la vida y a subsistir en la selva son estos los requisitos para continuar con el legado ancestral de mi nacionalidad.
“La selva es mi hogar”
La historia de este aspirante a soldado es una de las muchas que tenemos y escuchamos en nuestra escuela, en la que se pretende fusionar las tradiciones propias de su cultura, con el entrenamiento militar. ¿Y al preguntarle de qué manera ha cambiado su forma de pensar al ser parte de nuestro Ejército?, el aspirante Nenqui Alvarado comenta: “Al ver que tenía compañeros de otras nacionalidades y saber que yo era el único waorani, me hizo pensar que alguien debe motivar a los jóvenes de mi nacionalidad, por eso puse más ganas para que los demás vean y se animen a ser parte de nuestra institución”
De acuerdo al libro histórico de la Escuela de Iwias en el que se hace referencia a la leyenda antigua que en la selva un monstruo con poderes de destrucción, sembraba miedo en las comunidades, este demonio era llamado Iwia por los nativos en lenguaje shuar que en español significaba el “Demonio de la Selva”. Nombre que hasta la actualidad honra a nuestro instituto y del que orgullosamente formamos parte.
El aspirante Nenqui Alvarado considera que desde el momento que llegó a este instituto, es parte de la historia de los iwias, siente que ha creado un puente místico que une sus costumbres y tradiciones propias de su cultura con la formación militar, en su convivencia diaria con sus compañeros de otras nacionalidades comparte parte de su historia, aprende de ellos y escribe nuevas páginas de gloria para el Ejército de los ecuatorianos.
Guerrero waorani que lleva en su sangre el legado de patriotismo y heroísmo de todos los soldados nativos caídos en el conflicto de Alto Cenepa. Su presencia siempre será sinónimo de altivez y valentía.