“Camaradas del fuego y la maniobra, del ataque el asalto y la conquista, de los fusiles cruzados que se alistan, con su honor a la patria a defender…”
Breve reseña histórica
El arma de infantería en Ecuador, constituye la estructura básica y el arma máter del Ejército ecuatoriano en el tiempo. Su historia se remonta a las raíces mismas de nuestra nacionalidad, a los tiempos heroicos de nuestros pueblos aborígenes. De esta época histórica destacan algunos triunfos lejanos que se reflejan en las célebres batallas de Atuntaqui, Tíocajas, Mocha y otras más, en donde, al mando de valerosos guerreros a pie, como Quisquís, Calicuchima, Nazacota Puento y otros bravos generales defendieron su heredad ante la invasión incaica. Luego, se opusieron triunfantes ante las huestes sureñas en Tomebamba, Jauja y Cuzco. En la Batalla de Tíocajas, aparecieron los primeros generales infantes, como Duchicela quien comandó los ejércitos que enfrentaron a la primera invasión de los incas, dirigidos por Túpac Yupanqui. Guerreros como Epiclachima y Cacha resistieron las envestidas incásicas comandadas por Huayna-Cápac.
En el ocaso del incario y con la presencia del agreste conquistador español en nuestras tierras, apareció incólume y orgulloso nuevamente el legado indígena, Píntag y Rumiñahui. Estos guerreros ofrendaron su vida e impusieron verdaderas tácticas de desgaste al enemigo ibérico.
Al finalizar el período colonial, es imposible no hablar del arma de infantería, porque al darse los primeros levantamientos de emancipación aparecieron batallones como: Granaderos, Daule, Magdalena, Albión, Cazadores de Paya, Trujillo y Yaguachi. Después de la gesta heroica del 24 de mayo de 1822, estos sellaron definitivamente la independencia de lo que llamamos Ecuador. A partir de 1820, tuvo lugar la gesta libertaria de la Real Audiencia de Quito, en la admirable campaña generada por el libertador Simón Bolívar. En el apogeo de las gestas libertarias en nuestro país, una considerable fuerza al mando de Sucre que constaba de 1700 hombres aproximadamente, entre veteranos de sus campañas anteriores y nuevos reclutas, de los cuales algunos hombres provenían a las tierras llanas de la región de Guayaquil y voluntarios provenientes de la sierra, que fueron organizados en el Batallón Yaguachi. También esta fuerza congregó a soldados neogranadinos y venezolanos enviados por el mismo Bolívar, unos cuantos ofiaciales y soldados españoles que habían cambiado de bando, un batallón entero de voluntarios británicos que conformaron el Batallón Albión; inclusive, unos cuantos oficiales irlandeses y franceses. En la madrugada del 24 de mayo de 1822, el Ejército patriota, conformado por 2971 hombres, empezó la marcha para conseguir una posición ventajosa en las laderas del volcán Pichincha. Por lo difícil del terreno, solo alcanzaron a llegar a la mitad del camino a 3500 metros sobre el nivel del mar y a la vista de los centinelas realistas ubicados en el Panecillo. Aproximadamente a las nueve y media de esa mañana, se marca como la hora de inicio de la batalla más célebre para nuestra inmortal institución. El elemento operativo principal del cual disponía Sucre y su estado mayor, contaba con una lista de tropas que mantenía a la cabeza a los batallones de infantería: Paya, Alto Magdalena, Yaguachi, Albión. A las doce del día del 24 de mayo de 1822, bajo un sol resplandeciente, los soldados gran-colombianos, en la cima del Pichincha, luego de una encarnizada y sangrienta lucha, donde incluso se llegó al combate cuerpo a cuerpo, dieron el anhelado grito de victoria y libertad de Quito. Posterior a la acción armada, el 25 de mayo del mismo año en el fortín del Panecillo, el futuro gran mariscal de Ayacucho, recibiría la capitulación definitiva del Ejército español representado por Aymerich, con lo cual se sellaría de manera definitiva la libertad del pueblo quiteño.
Participación de la infantería en los conflictos actuales En 1941, el Perú desató una sucesión de hostilidades y agresiones en el cordón fronterizo, con la intención de pulsar la actitud y el comportamiento del gobierno ecuatoriano. Desde el 5 de julio de 1941, mientras una de nuestras patrullas perteneciente al Batallón de Infantería N°. 11 Cayambe, realizaba el habitual recorrido y control en el sector de El Bramador, en las inmediaciones de Huaquillas, fue agredida por el fuego de armas peruanas. Al mismo tiempo, fueron bombardeadas por la aviación enemiga las poblaciones de Chacras y Guabillo; mientras los puestos militares de Rancho Chico, Alto Matapalo y Corral Viejo sufrieron continuos ataques terrestres. Desde ese momento, se inició la acción ofensiva generalizada del Perú en el sector de la frontera con las provincias de El Oro y Loja. Las guarniciones ecuatorianas fueron atacadas y, pese a estar reducidas numéricamente en armamento y pertrechos, hicieron honor a su lema y vocación, defendiendo la soberanía a costa de sus vidas. De esta gran campaña recordamos al ilustre capitán de infantería Edmundo Chiriboga y sus 25 valientes de infantería; en otros sectores, como Quebrada Seca a soldados infantes como el mayor Galo Molina, el teniente Gustavo Ledesma y otros insignes hombres, que sucumbieron ante la agresión peruana. En 1981, la historia se repite, esta vez en la provincia de Zamora Chinchipe, específicamente, en los sectores de Paquisha, Mayaicu y Machinaza. Allí existían sitios destinados para levantar y construir destacamentos militares, que permitieron tener un mejor control y seguridad de nuestra frontera. Sin embargo, Perú, aduciendo que nuestro país ocupaba territorio que no le correspondía, desde finales del mes de enero del año 1981 hasta marzo del mismo año realizó una campaña bélica en contra de los bastiones antes señalados. No obstante, encontró una férrea, cerrada y valerosa defensa por parte de los centinelas sin relevo de la patria, los soldados ecuatorianos, quienes supieron responder a la agresión con firmeza y valentía. Para 1995, nuestra patria nuevamente sufrió el ataque esta vez, escudado en una supuesta agresión por parte del Ecuador, pretendía obtener territorio en el valle del Cenepa, específicamente, en sus cabeceras en las estribaciones de la cordillera del Cóndor. Allí, los soldados de infantería se constituyeron en fieros guerreros defensores de la heredad territorial. Sectores como Tiwintza, Cueva de los Tayos, Cóndor Mirador, Tnte. Ortiz y otros fueron los insignes reductos donde se derramó sangre de bravos infantes. Por eso existe un lema que describe lo que el soldado, que merezca ser infante, debe practicar y promover: Los mejores son apenas buenos para la infantería. Así, el infante ha ido escribiendo su propia historia, con gloria y tradición, basándose en la mística y el honor. Ha resaltado este lema para comprometerse con gratitud y devoción hacia el pueblo al cual se debe. Los infantes han hecho historia y la seguirán haciendo, pues por sus venas corre sangre guerrera.
Heráldica de la insigne
Fusiles Cruzados
Símbolo de victoria, al tiempo que presagio de muerte, las armas cruzadas son gesto y proclama, verbo y adjetivo al mismo tiempo. Representan la valentía sin límites, el coraje a toda prueba y la singular tenacidad del soldado de infantería. Al mismo tiempo, nos hablan de la responsabilidad de defender a la patria hasta el límite de ofrendar la vida por ella, de cumplir la misión asignada hasta las últimas consecuencias. El arma de infantería del Ejército ecuatoriano tiene como insignia dos fusiles cruzados, que los infantes portan orgullosos en su uniforme.
Esmalte Oro
El color amarillo no solo significa riqueza, implica fortaleza, grandeza de espíritu. Se asocia con la parte intelectual de la mente y la expresión de nuestros pensamientos. Es, por lo tanto, el poder de discernir y discriminar, la memoria y las ideas claras, el poder de decisión y capacidad de juzgarlo todo. Es el color del sol, de los trigales, del maíz, de la luz.
Esmalte sable
El color negro simboliza la protección y el misticismo. Se lo asocia con el silencio, la fuerza interior, el celo, respeto y duelo por lo querido, amado o venerado. Es el color de la noche de lo profundo del misterio. La combinación de los dos colores emblemáticos de la infantería hace referencia al poder, al respeto, la mística, el arrojo y la valentía. (CEHE, 2014)
Patrono
En retrospectiva, la historia de nuestro Ejército desde su génesis, cuyos miembros, además de mantener una férrea fortaleza moral que 33 le ha permitido sortear con valentía las inclemencias de las campañas militares en conflagración bélica, desastres naturales, crisis de grave conmoción interna o el simple ejercicio que demanda la exigente y siempre riesgosa vida del soldado, ha visto la necesidad de recurrir a sus creencias.
A la sagrada Virgen de la Inmaculada Concepción, se le atribuye un extenso prontuario de milagros del cual resalta el haber permitido la victoria del Ejército español durante la batalla de Empel, motivo por el cual, la infantería española adopta su fe por esta deidad. En épocas de la independencia de América, un importante número de soldados ibéricos y latinoamericanos pertenecientes a las fuerzas realistas se acogen a la causa libertaria por diferentes causas, y es así que se demuestra la hipótesis que la fe no asume bandera ni patria y se mantuvo la tradición de pedirle el favor sagrado a la Santísima Virgen Inmaculada, las glorias de la victoria a cambio de la fidelidad y devoción de sus soldados. El arma de infantería, rica en tradiciones debido a su imperecedera historia que se remonta a los orígenes mismos de nuestra cultura ecuatoriana desde Rumiñahui, Quiz-Quiz y Sopozopangui hasta Calles y Maldonado, se cubre bajo el manto y la protección de nuestra poderosa madre Virgen María de la Inmaculada Concepción, siguiendo la herencia y tradición católica y enmarcada en los valores de la Santa Iglesia Católica. (CC.FF.AA, 2015) (Cavanellas).
Unidad insigne
Batallón Vencedores
Primer comandante del Batallón Vencedores La historia del Batallón de Infantería N° 37 Vencedores, se remonta a la campaña de independencia del libertador Simón Bolívar, motivo por el cual, es considerada la unidad más antigua del Ejército. El génesis del Batallón Vencedores se encuentra en las huestes que combatieron por alcanzar la libertad de esta parte del continente, dejando su huella en los agrestes caminos de los Andes, llenándose de gloria en las más importantes batallas, siendo el libertador Simón Bolívar su primer comandante; es primordial resaltar que luego del triunfo en las faldas del Pichincha, se le otorga el nombre de Vencedores de la Patria, con lo cual se rinde homenaje a los bravos soldados que ofrendaron su vida en la Capitanía General de Venezuela, el Virreinato de Santa Fe de Bogotá, la Real Audiencia de Quito, el Virreinato de Lima y la Real Audiencia de Chacras. En junio de 1883, el gobierno constituye el Batallón Nº 1 de línea con el propósito de enfrentar al dictador Veintimilla y con este nombre participa en los combates El Salado y El Carmen en la Provincia del Guayas. En 1895, vuelve a llamarse Vencedores y enrolado en el Ejército del general Eloy Alfaro, da la sangre de sus héroes en San Miguel de Chimbo y Riobamba, como semilla de la gran revolución liberal. En enero de 1905, hasta el siguiente año, se llamó Guayas Vencedores, en 1907 hasta 1948 una vez más retoma el nombre de Vencedores, dentro de este periodo en el lapso de 1913 a 1915 fue protagonista de la campaña de Esmeraldas contra las fuerzas revolucionarias del coronel Carlos Concha. En junio de 1948, durante un año se le denomina el Regimiento de Infantería N° 1 Vencedores y como tal participó en el combate de Galla, en el Golfo de Guayaquil.
Posteriormente pasa a llamarse Escuela de Infantería y Batallón de Instrucción N° 1 Vencedores hasta 1950. En esa misma línea de profesionalización, la unidad rebautizada tantas veces, continúa en busca de su destino. En enero de 1951 hasta 1974 se denomina Batallón de Infantería Nº 1 Vencedores y luego Batallón Escuela Nº 1 Vencedores, conformando parte orgánica importante de la Brigada de Infantería Nº 13 Pichincha. En 1976, con orden de comando Nº 031-DGM-5976, se la denomina, Batallón Escuela Nº 1 Vencedores; el cual pasa a ocupar en el año de 1987, las instalaciones en la ciudad de Machachi con el nombre de Batallón de Infantería N° 37 Vencedores hasta la fecha, en que ha tomado el nombre de Batallón de Infantería Motorizada Nº 37 Vencedores asentado en la plaza del cantón Mejía, Provincia de Pichincha.
Temas relevantes
La capacidad propia del ser humano de adaptarse a casi cualquier tipo de condición, ha permitido fomentar técnicas para el sostenimiento de las acciones en los escenarios urbanizados de combate, que dentro de la costumbre bélica de nuestro país son poco conocidos. En los escenarios bélicos contemporáneos se ha vuelto cada vez más evidenciable que las áreas de operaciones tienden a materializarse en las ciudades, para esto podemos remontar a hechos históricos como la batalla de Stalingrado, una de las más celebres de la gran guerra, donde se cambió totalmente el panorama doctrinario para el empleo de los sistemas operativos. En referencia a lo expuesto, se materializó un curso con el propósito de fomentar el entrenamiento del soldado infante en áreas urbanizadas, es así, que en orden general N°. 1-175- 15-SEP-2009 se realizó oficialmente el primer curso de Combate Urbano en el Ecuador, que en aquel entonces se denominó como combate de infantería en áreas urbanas 2009, con un total de 30 alumnos y con la duración de diez semanas de arduo entrenamiento. La malla curricular estaba compuesta por materias específicas como: primeros auxilios, inteligencia, navegación terrestre, tiro, cuerdas y nudos, equipo especial, combate cercano, explosivos y como ejercicio final desarrollándose en la ciudad de Latacunga en la antigua cervecería. En la actualidad, la Escuela de Infantería del Ejercito ha desarrollado un total de trece cursos y dos internacionales con la presencia de países amigos como México y Bolivia. La ejecución académica al momento cuenta con una duración de 14 semanas y tiene lugar en las instalaciones del Fuerte Militar Atahualpa.
Tradiciones
Última misión de fuego de morteros
Para el soldado de infantería, uno de los elementos que marca su carrera desde el inicio hasta el ocaso de su ejercicio como militar en el servicio activo, es el mortero. Este elemento básico fundamental para el apoyo táctico en la maniobra de la infantería, que es orgánico de todas las unidades tipo batallón y debido a la naturaleza de este material que requiere una habilidad y adiestramiento especial para su operación, el empleo de este medio es ya una costumbre muy arraigada en los cuarteles de infantería. Debido a lo expuesto, como parte de la ceremonia de despedida del personal que se acoge a la baja de la institución, un momento muy emotivo es cuando el viejo sargento asume el mando de su pieza en posición y emite la última voz de mando traducida en la misión de fuego final de su carrera militar; ante lo cual, los sirvientes del arma repiten con mucho respeto y vigor el enunciado principal. Este evento por demás emotivo permite recordarnos a quienes aún servimos en la institución el compromiso imperecedero de llevar con honor el sagrado juramento que cuando jóvenes profesamos hasta el último día de nuestra existencia.
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